El Palacio de los Niños, Oviedo. Carta abierta al director.

Estimado director y estimados trabajadores del Palacio de los Niños,

El martes pasado, 9 de agosto, mi marido y yo fuimos desde el camping de Cudillero (donde estábamos pasado nuestra semana de vacaciones) a vuestras instalaciones con nuestro hijo Diego, de 5 años. Ya el hecho de estar algunos días fuera de casa era algo de lo más extraordinario, puesto que salir un  par de horas a dar un paseo con nuestro hijo podía ser una tortura hace tan solo un par de años. Desde que nuestro niño fue diagnosticado con autismo, nuestra vida ha sido (y sigue siendo) una lucha para llevar una vida lo más normal posible, y para darle una infancia lo más feliz posible, algo en el que muchas veces nos parece fracasar por todas las terapias, intervenciones, sesiones de estimulación en casa al que está sometido desde que tenía 20 meses.

A pesar de su escaso interés por los juguetes convencionales, le encantan los hinchables y los parques de bolas. Llevarle con una cierta serenidad a disfrutar de ellos, sin embargo, ha costado muchísimo trabajo. Subirse al coche, entrar en sitios cerrados, quitar los zapatos y sobre todo volvérselos a poner al terminar la actividad, aguantar las colas, ponerse la pulsera, y en ocasiones tener que aceptar turnos de 10 minutos en los juegos y volver a ponerse en la cola para dejar sitio a otro grupo han sido retos extremadamente grandes durante estos años. Cuando teníamos que ir a sacarle de los laberintos porque había terminado su turno (mientras los otros niños salían dóciles por su cuenta), cuando le poníamos vídeos en el móvil  para calmarle en la cola, cuando teníamos que luchar media hora para volver a ponerle los zapatos, yo fijaba la mirada al suelo e imaginaba estar solos en el medio del desierto para evitar las miradas de los otros padres, por lo mal que estábamos criando a ese niño que montaba rabietas para cualquier cosa.

Así, es difícil explicar nuestro orgullo al entrar al Palacio de los niños después de 3 días de vacaciones en el camping, en los cuales se había portado de maravilla, mereciéndose una tarde de disfrute en los hinchables. Se puso en la cola sin protestar, estiró el bracito para dejarse poner la pulsera (hace un año, hubiera gritado como si estuviera el llamas)  y entró todo contento buscando lo que mas le gusta. Y ahí empezaron los problemas. No habíamos estado nunca en vuestras instalaciones y no podíamos imaginar que, a diferencia de todos los otros sitios que conocemos, los niños tienes que estar en grupo y seguir al monitor en un recorrido fijo entre las varias actividades. Ni Diego ni nosotros estábamos preparados para eso. Explicamos a las monitoras la situación, pero insistieron que tenía que estar con el grupo. Conseguimos que entrara en la primera actividad (los Lego) pero al darse cuenta que no había hinchables ahí salió enseguida y tuvimos que retenerle. Intentamos explicarle que tenía que estar con el grupo, pero no comprendió el porque y empezó a ponerse nervioso.

Preguntamos a una monitora si podíamos llevarle nosotros al parque de bolas, y ella fue a buscar a la encargada. En los 10 minutos en los que tardó en llegar, Diego pasó del nerviosismo a la rabieta, llorando tirado en el suelo, mientras mi marido intentaba calmarle. Me puse a correr detrás del trenecito donde estaba en ese momento todo el grupo de niños y explique la situación a la monitora que acompañaba al grupo (delante obviamente de todos los demás padres…): “el niño tiene autismo, no le hemos podido anticipar como funciona aquí, no entiende porque tiene que estar con el grupo….se espera ir al parque de bolas, no se quiere montar al tren…..por favor está a punto de tener una crisis…le podemos llevar al parque de bolas? Por favor…” . No supo bien que decirme, me dijo de empezar a ir mientras llegaba la encargada, y nos sentimos aliviados mientras Diego por fin se calmaba al ver que íbamos al parque de bolas.

No llevaba ahí ni medio minuto, cuando llegó la encargada y a pesar de explicarle (otra vez) los problemas de Diego, nos dijo que de ninguna forma nos podíamos alejar del grupo. Pedimos otra vez por favor dejarle jugar en el parque de bolas (obviamente bajo nuestro control y responsabilidad), que se lo habíamos prometido, que no había manera de convencerle a estar con el grupo y a cambiar de una actividad a otra sin que se lo anticipáramos. No hubo manera. Tuvimos que sacar al niño del laberinto a la fuerza, volver al coche y calmar sus lágrimas de decepción y confusión durante una hora larga. Si solo nos hubieran dejado en el parque de bolas durante 20 minutos, hubiéramos tenido el tiempo de reflexionar, de dejarle jugar un momento y luego intentar estrategias para reconducirle al grupo. Igual hubiéramos salido de ahí, dos horas después, con otro éxito en el bolsillo, en lugar del fracaso rotundo que nos tocó.

No os escribo para que me contestéis, porque ya se que el manual y la normativa me taparían la boca. Como empezó a recitar la encargada “los padres seguramente sois los primeros en preocuparos por la seguridad bla bla bla” y está más que claro que llevar a un grupo de una actividad a otra requiere menos monitores (y menos dinero) que dejar a un monitor en cada actividad. No discuto el funcionamiento de vuestro parque, aunque dos padres vigilando a su hijo en un parque de bolas me parecen bastante eficientes en términos de seguridad que una monitora vigilando a quince críos de los cuales ni conoce el nombre. Solo os pido meteros en la piel de un niño de 5 años, cuya vida en un reto desde que se despierta por la mañana hasta que se acuesta por la noche. Un niño (y unos padres) que para poder llegar a disfrutar de sus primeras vacaciones han tenido que pasar por meses y años de duro trabajo…un trabajo que ha empezado cuando todavía tenía chupete. Un niño cuyos padres están todo el tiempo corrigiendo, estimulando, limitando, reteniendo, sacrificando buena parte de su infancia para intentar salvar su adultez…y que cuando por fin le conceden un momento de disfrute (que había estado esperando con trepidación desde el día anterior) no mantienen sus promesas.

Un saludo cordial

Daniela

*************************************

Stimati direttore e animatori del Palacio de los Niños (Palazzo dei Bambini, Oviedo),

martedì scorso, 9 di agosto, io e mio marito ci siamo recati dal campeggio di Cudillero (dove stavamo passando la nostra settimana di vacanze) al vostro parco giochi con nostro figlio Diego, di 5 anni. Già il fatto di passare qualche giorno fuori casa era qualcosa di straordinario, visto che uscire a passeggiare un paio d’ore con nostro figlio poteva trasformarsi in una tortura solo un paio di anni fa. Da quando al nostro bambino è stato diagnosticato l’autismo, la nostra vita è stata (ed è tutt’ora) una lotta per condurre una vita normale, e per dare a lui un’infanzia felice, un obbiettivo in cui spesso ci sembra di fallire per via di tutte le terapie, interventi, sessioni di stimolazione in casa a cui è sottoposto da quando aveva 20 mesi.

Nonostante il suo scarso interesse per i giochi convenzionali, adora i gonfiabili e i labirinti. Tuttavia, portarcelo con una certa serenità è costato moltissimo lavoro. Salire in macchina, entrare in luoghi chiusi, togliersi le scarpe e soprattutto rimettersele dopo l’attività, tollerare le file, mettersi il braccialetto, e a volte dover accettare turni di gioco di 10 minuti per poi tornare alla fila per lasciar posto a un altro gruppo sono state sfide enormi in questi anni. Quando eravamo costretti a entrare nei labirinti per trascinarlo fuori perché era finito il suo turno (mentre gli altri bambini uscivano docilmente da soli), quando gli mettevamo in mano il telefonino con dei video musicali per calmarlo nella fila, quando dovevamo lottare mezz’ora per rimettergli le scarpe, io inchiodavo lo sguardo per terra e immaginavo di essere soli in mezzo al deserto per evitare le occhiate degli altri genitori per come stavamo educando male quel bambino che faceva capricci per qualsiasi cosa.

È difficile quindi spiegare il nostro orgoglio all’entrare nel Palacio de los Niños dopo 3 giorni di vacanze in campeggio, durante i quali si era comportato stupendamente, meritandosi un pomeriggio di divertimento ai gonfiabili. Si è messo in fila senza protestare, ha allungato il braccio per lasciarsi mettere il braccialetto (un anno fa, avrebbe gridato come se fosse stato in fiamme) ed è entrato tutto contento cercando quello che più gli piace. E sono cominciati i problemi. Non eravamo mai stati al vostro parco e non potevamo immaginare che, a differenza di tutti gli altri posti che conosciamo, i bambini devono stare in gruppo e seguire l’animatore in un percorso fisso tra le varie attività. Non eravamo preparati per una cosa del genere. Abbiamo spiegato la situazione alle animatrici, ma hanno insistito che doveva stare nel gruppo. Siamo riusciti a convincerlo a entrare nella prima stanza (quella dei Lego) ma vedendo che non c’erano gonfiabili è corso fuori e abbiamo dovuto trattenerlo. Abbiamo cercato di spiegargli che doveva stare col gruppo, ma non capiva come mai e ha cominciato e innervosirsi.

Abbiamo chiesto a un’animatrice se potevamo portarlo noi al labirinto, e lei è andata a chiamare la direttrice. Nei 10 minuti che ha tardato ad arrivare, Diego è passato dal nervosismo alla crisi, piangendo sdraiato per terra, mentre suo padre cercava di calmarlo. Mi sono messa a correre dietro il trenino su cui stava in quel momento tutto il gruppo di bambini e ho spiegato la situazione all’animatrice che accompagnava il gruppo (ovviamente davanti a tutti gli altri genitori..): “il bambino è autistico, non abbiamo potuto anticipargli come funziona qui, non capisce perché deve stare con il gruppo…si aspettava di andare al labirinto, non vuole salire sul trenino…per favore sta per avere una crisi…possiamo portarlo al labirinto? Per favore…”. Non ha saputo bene cosa rispondermi, per cui mi ha detto di cominciare ad andare intanto che arrivava la direttrice, e noi abbiamo tirato il fiato mentre Diego finalmente si calmava vedendo che ci dirigevamo al labirinto.

Non aveva giocato nemmeno mezzo minuto, quando è arrivata la direttrice e nonostante le abbia spiegato (di nuovo) i problemi di Diego, ci detto che non era assolutamente possibile allontanarci dal gruppo. Abbiamo chiesto di nuovo di lasciarlo giocare, per favore, nel labirinto (ovviamente sotto il nostro controllo e responsabilità), che glielo avevamo promesso, che non era possibile convincerlo a stare col gruppo e a passare da un’attività all’altra senza anticiparglielo. Non c’è stato verso. Abbiamo dovuto tirare fuori il bambino a forza, tornare in macchina e calmare le sue lacrime di delusione e confusione per un’ora buona. Se solo ci avessero lasciato nel labirinto per 20 minuti, avremmo avuto il tempo di riflettere, di lasciarlo giocare un momento e poi provare strategie per ricondurlo al gruppo. Forse saremmo usciti, due ore dopo, con un’altra vittoria in tasca, invece del totale fallimento che ci è toccato.

Non vi scrivo perché mi rispondiate, perché so bene che il manuale e il regolamento mi tapperebbero la bocca. Come ha cominciato a recitare la direttrice “voi genitori sicuramente siete i primi a preoccuparvi per la sicurezza bla bla bla” ed è lampante che portare un gruppo da un’attività all’altra richiede meno animatori (e meno soldi) che mettere un animatore ad ogni attività. Non discuto il funzionamento del vostro parco, anche se due genitori controllando il loro figlio mi sembrano abbastanza efficienti in termini di sicurezza confronto a una animatrice sorvegliando 15 bambini di cui non sa nemmeno il nome. Vi chiedo solo di mettervi nei panni di un bambino di 5 anni, la cui vita è una sfida dal momento in cui sveglia a quello in cui va a dormire. Un bambino (e due genitori) che per riuscire a godersi le loro prime vacanze hanno dovuto affrontare mesi e anni di duro lavoro…un lavoro che è cominciato quando ancora aveva il ciuccio in bocca. Un bambino i cui genitori stanno costantemente correggendo, stimolando, limitando, trattenendo, sacrificando buona parte della sua infanzia per cercare di salvare la sua vita adulta….e che quando finalmente gli concedono un momento di divertimento (che aveva aspettato con trepidazione dal giorno prima) non mantengono le loro promesse.

 

Un saluto cordiale

Daniela

29 comentarios en “El Palacio de los Niños, Oviedo. Carta abierta al director.

    1. tengo amigos que los llevaron ally están encantados creo que estáis equivocados sólo por la opinión de una persona que cree que si hijo tiene que ser el primero le queda mucha lucha lo siento

      Me gusta

    2. tengo amigos que los llevaron ally están encantados creo que estáis equivocados sólo por la opinión de una persona que cree que si hijo tiene que ser el primero le queda mucha lucha lo siento

      Me gusta

  1. Si cada uno hace lo que le da la gana esto es un cachondeo. Entiendo a los monitores, hay un recorrido y unas normas y hay que seguirlas. Para vuestro niño el criterio de normalización, con cosas así lo estaia volviendo más especial aún. Lo que se estila ahora es mandar cartas de este tipo para linchamiento y escarnio de los establecimientos. Lo teniais facilísimo. Haber ido a una ludoteca solo de bolas, ahora que no veo procedente la cartita, pero tranquilos, habrá muchos palmeros que osbden.la razón. Fijo.

    Me gusta

    1. Hombre y porque no encerrarlos directamente en una institución y tirar la llave! Facilísimo dice jaja…lo que me encantaría tenerlo facilísimo. Por lo menos puedo quejarme de un mal servicio y pienso hacerlo cada vez que haga falta. Si no quieren quejas, pues que quiten la hoja de reviews de su web.

      Me gusta

    2. Yo soy de Oviedo y mis hijos solo van al palacio de los niños rn loa cumpleaños, momento en el que veo lógico los grupos.
      Si solo llevo a un niño no entiendo porque tiene que estar en un grupo y seguir un ritmo, a lo mejor los legos no le gustan y quiere estar laa tres horas en el rocodromo…. porque no va a poder hacerlo? Pago mi entrada y escojo actividad….. no creo que a los niños les guste horario militar en aus juegos de dia especial.
      No sabia que funcionaba asi tambien fuera de loa cumpleaños (insisto para los cumpleaños me parece bien porque ya son un grupo)
      Mis hijos no tienen afortunadamente autismo ni nada.por el estilo y creo que habrian querido marcharse de alli tambien…. ya les aburren los cumples… imaginate si van sis sus amigos…

      Por cierto recordarle a Ana Maria Cueli que variad veces comentais que no conociais el funcionamiento del sitio…. y recordarle también que los niños deberian de ser nuestra preocupacion… no preocuparnos por hacer que los niños que no encajen o tengan problemas se vayan a un sitio donde no los veamos o no molesten.

      Me gusta

    3. De acuerdo con este comentario, las normas están para cumplirse, los demás niños también se impacientan y montan perretas.

      Me gusta

    4. Qué fácil es hablar desde la ignorancia. Los niños necesitan comprensión y flexibilidad. Muchos niños con algún tipo de desarrollo no estándar retrocederán en lo que hacen y empeorarán con esa «normalización» de la que haces propaganda sin saber.

      Me gusta

  2. Ahhhhhh…..qué suerte tiene Daniela por tener un hijo tan «especial»!
    Me consuela pensar que yo soy pediatra y me dedico a los niños con autismo, disfruto enormemente viendo cómo los padres luchan , se agotan y lloran en mi consulta y encima tengo mi propio hijo autista en casa! Mi hijo no es un Síndrome de Asperger, no llevo camisetas de «Tengo un hijo Aspie» , no es especial en ningún sentido, no quiero que le regalen nada, ni a él ni al niño de Daniela….No hay que tener una vida «facilisima» con un autista. Hay que hacer que se vaya integrando y disfrutando en las situaciones de la vida diaria propias de su edad. El «facilisimo» de Daniela y el padre hubiera sido tener al niño medicado hasta las cejas o frente a la tele.
    Y sí, mi hijo ha ido a todo tipo de ludotecas y parques de bolas….supongo que ahora es menos «especial» porque habla, saca buenas notas y no tiene rabietas ni estereotipias. Qué lástima, hombre, he pérdido a mi hijo «especial». No se ha curado, menos mal

    Me gusta

  3. Hola Daniela,
    Al leerte recreé el paso con mi hija por esas instalaciones, fue hace 4 años durante una visita extraordinaria organizada por la Plataforma TEA Asturias para los niños con Autismo exclusivamente. En ese momento mi hija recién cumplía 4 años y tenía un diagnóstico que hoy no tiene, Autismo. Aquí quiero decirte que al margen de que el espacio estaba cerrado para nosotros, se suponía que también debiamos ir en grupo (norma que yo me salté porque pude, llegué tarde a propósito y porque siempre -como tú- pongo los intereses de mi hija primero que todo el protocolo existente, sea de quien sea), mi nena no tenía ni tuvo nunca los comportamientos que tan bien describes y conozco perfectamente por la que fue mi familia azul durante 3 años, así pues debe ser «marca de la casa» eso de los grupos. Lo que quiero que sepas y que no contribuirá a que sea más llevadero tu descontento pero si pretendo que te haga ver cómo funcionan algunas organizaciones, es que se supone que al haber conocido de primera mano el comportamiento de un grupo de niños con TEA y por otro lado haber estado en contacto con una organización representativa del colectivo asturiano, esta gente debería estar un poco más informada de lo que supone estar ahí adentro teniendo 5 años y TEA. No sé si han sido ellos los que han hecho caso omiso a la información o sencillamente que nunca la recibieron, definitivamente si algo he aprendido en este camino es que los intereses de quienes deben representar a las familias y los de éstas individualmente, no siempre se corresponden. Te dejo un enlace del video https://www.youtube.com/watch?v=bw3YxXecyGc. Mucha suerte!

    Me gusta

  4. He leido vuestra carta,y os entiendo he visto como son los autistas en primera persona y tienen sus cosas,pero es verdad que tambien tenian que tener monitores con una formacion sobre como actuar ante crios con TEA o de otras caracteristicas. Me pongo en vuestro trabajo y lucha por poder disfrutar de un rato con vuestro hijo en el parque de bolas, ahora que soy tecnico superior en educacion infantil cada vez menos formacion en esos ambitos…mucho apoyo y lucha y que no tireis la toalla!!!
    un abrazo grande y saludos!!

    Me gusta

  5. Hola ana maria cueli, me parecen vergonzosas tus palabras y actitud. Si, yo soy quiza una de las palmeras a las que te refieres en tu comentario, es increible leer comentarios como el que has puesto. Yo he visto crecer a diego, he visto llorar, luchar y agotarse a sus padres y he visto como gente como tu sois los que mas zancadillas podeis. Lo primero yo creo y confio en las normas ya que trabajo diariamente con ellas, pero creo que las normas tambien estan para modificarse cuando la causa lo justifique. El problema de todo esto es la fslta de implicacion es mas facil decir que no en este caso y que diego y sus padres se fueran de ese lugar. Esto a modo personal me ha servido para como profesional del gremio jamas recomendar dicho lugar y por supuesto jamas llevar a mi hija. Indignada totalmente con el centro y con mentalidades retorcidas.

    Me gusta

  6. Llevamos a nuestro hijo de 5 años con autismo,y despues que nos explicaran como iba a ser decidimos q entrara a jugar junto con su hermano,al principio acompañamos al monitor,pero despues viendo que llevaban perfectamente a los niños decidimos salir a la cafeteria un rato.solo tengo que decir que el trato fue exquisito hacia el niño y hacia nosotros.

    Me gusta

  7. Habrá cambiado el funcionamiento o como se señala se organizan grupos con monitor por cuestión de ahorro. Yo he ido hace años con mi hija y sobrinos y los niños se movían con libertad a los sitios o actividades que querían. No a todos los niños les tienen que gustar las mismas cosas.

    Me gusta

  8. Señora cueli y algún anónimo más. ….
    Sois unos asquerosos desalmados….
    No sabéis el asco que me dais con comentarios inhumanos….así va el mundo.
    Pena me da a mi de vuestros hijos y como los educais

    Me gusta

  9. el palacio de los niños ha dado un giro brutal. antes merecía la pena ir, los peques lo pasaban en grande. ahora se ahorran en monitores y solo les interesa hacer caja.es increíble q no tengan esa sensibilidad con tu niño.

    Me gusta

  10. Yo trabaje ahí hace muchos años. De aquella estábamos un monitor en cada zona todo el tiempo y los niños iban moviéndose por donde querían. Ahora es así para ahorrarse monitores (y mira que cobrabamos una miseria: no llegaba a 4 euros la hora. Ahora que hay menos monitores no creo que cobren mucho mas).

    Me gusta

  11. Antes de entrar al centro te informan de que el recorrido se hace en grupo?si dan la información antes de entrar no veo donde está el problema ya que si el funcionamiento no encaja con lo que de busca pues no se entra y listo no?otra cosa es si esa información no se da que entonces si veo un error garrafal.

    Me gusta

    1. Solo nos dijeron que iba a estar todo el tiempo con una monitora y que podíamos acompañarle. Del recorrido no nos dijeron nada. De todas formas lo que nos chocó fue la rigidez frente a una situación especial, donde se podría haber buscado una solución intermedia.

      Me gusta

  12. creo q a estas alturas ya todos sabemos lo q es el autismo y no se trata de darles mas ventajas o menos, q se salten las normas o no se trata de simple humanidad de comprensión, de empatia de ser un poco personas, si el centro tiene una responsabilidad y claro es totalmente irresponsable dejar a un niño con sus padres (notese la ironia) es mucho mas responsable de parte del centro un monitor x cada 15 niños y lo se x que mi hija a hecho cumpleaños en este sitio, si no podemos vigilar a 2 cuanto menos a 15 x lo que creo q no fue x un tema de responsabilidad, que daniela no supiera q eran las visitas en grupo y q???? las exepciones existen diariamente hablamos de integración y a la primera de cambio nos olvidamos de ello es facil poner arcoiris,like me gusta a toso lo q nos menciona la igualdad y a la primer
    a de cambios darle la espalda a una necesidad de «un niño» por que no deja de ser un niño seamos humanos seamos personas y eso implica hacer exepciones!!!

    Me gusta

  13. En primer lugar, decir que las personas deberían estar SIEMPRE por encima de las normas, y que éstas sólo pueden servir como guía para el funcionamiento regular de las cosas, no como guillotina de la diversidad.
    El Palacio de los Niños nació en su día como referente en la ciudad. La crisis y seguramente una gestión cuestionable (precio altos, ahorro en ppersonal) lo han relegado a un espacio para celebrar cumpleaños y poco más. Si las pocas personas que van encuentran problemas y pocas soluciones, todos nos podemos imaginar su final…
    En cuanto al problema con vuestro hijo, solamente daros mi apoyo y fuerza para seguir ayudandolo a comprender lo que le rodea, y esperar que encontréis más gente que os apoye en el proceso y menos normas rígidas.
    ‘Sólo un padre sabe lo que se sufre por un hijo’

    Me gusta

Deja un comentario