Colegio a distancia

apple pen

 

Diego y yo acabamos de estrenar el lápiz para escribir en la Tablet. Le encanta, porqué le permite ampliar la ficha PDF en la que está realizando una tares de inglés, escribir las palabras en gran tamaño, y luego volver a reducir la hoja y contemplar como la frase ha quedado perfectamente en el espacio del ejercicio, leíble y ordenada. La motricidad fina nunca ha sido su punto fuerte y su caligrafía es espantosa. Esta herramienta le está permitiendo obviar a este inconveniente y está muy gratificado.

Las redes sociales están hirviendo con las lamentaciones (algunas realmente geniales, por su ironía) de padres que de un día para otro han sido atropellado por una avalancha de tareas escolares, video-clases, aplicaciones educativas, deberes y fichas, que no pueden eludir. He llegado a leer “Esto no entra en mis funciones!” y la primera cosa que pensé fue que hubiese sido divertido ir con este argumento a la primera sesión de terapia, o igual tenía haber rellenado una hoja de reclamación en el sindicato de padres, haber pedido un re-embolso tras consultar el estatuto de progenitores y encontrar en la normativa que PECS, estimulación del lenguaje, historias sociales y compañía no entraban en mis funciones.

La verdad es que, si la normalidad es lo que hace la mayoría estadística de la población, estas últimas 6 semanas han sido de lo más normal que nos ha pasado en los últimos 8 años. Y sinceramente, me resulta bastante más llevadero dedicar tiempo a la escuela a distancia que a los juegos de estimulación. Prefiero la gramática de los pronombres a los pictogramas de “yo” y “tu”, prefiero los ejercicios sobre los tiempos verbales que las tarjetas de colores diferentes para presente, pasado y futuro, prefiero medir ángulos con el trasportador que clasificar cantidades con materiales TEACCH. Los materiales “terapéuticos” has tenido su función, pero sentí una gran satisfacción cuando los tiré al contenedor. He conservado solo las cosas que a Diego le gustan, su calendario por ejemplo, y algunos de sus cuentos sociales que de vez en cuando saca y lee. Algún día bailaré sobre la tumba de la plastificadora, y si no lo hago ahora es porqué todavía funciona y me sentiría culpable generando más basura electrónica.

En contra de lo que parece ser el sentimiento general, me gustan estas mañanas de colegio a distancia, porqué reafirman mi idea de que la educación académica está teniendo un papel fundamental en el desarrollo de Diego. Al revés de lo que pasa con los niños neurotípicos, Diego está aprendiendo a comunicarse a través del estudio mecánico de la lengua y de la gramática, como nos pasa a los adultos cuando estudiamos una lengua extranjera. Para él, el pensamiento y las ideas surgen del aprendizaje del vocabulario y de la gramática, y no al revés. Aprender a medir ángulos y determinar coordenadas está flexibilizando su relación con los números. El estudio de la línea del tiempo, en ciencias sociales, está dando una dimensión nueva a su pasión para el calendario. Los conceptos de ciencias naturales están dando un sentido a lo que observa, palabras para expresarse, curiosidad para lo que no conoce. Y su talento para los idiomas se hace cada día más evidente. La idea de que el estudio académico era menos prioritario, para el, que la comunicación o la autonomía o la interacción social, era totalmente equivocado. Mientras los demás comprendemos lo que estudiamos en los libros a partir de nuestras experiencias, Diego estudia datos en los libros para entender sus experiencias.

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Io e Diego abbiamo appena inaugurato la penna per scrivere sulla tablet. La adora, perché gli permette di ingrandire il file PDF su cui sta eseguendo un’attività di inglese, scrivere le parole con lettere grandi, quindi ridurre di nuovo il foglio e notare come la frase è entrata perfettamente nello spazio dell’esercizio, leggibile e ordinata. La motricitá fine non é mai stata il suo punto di forza e la sua calligrafia è spaventosa. Questo strumento gli consente di ovviare a questo problema, il che lo gratifica enormemente.

Le reti sociali stanno ribollendo con le lamentazioni (alcune davvero fantastiche, per la loro ironia) dei genitori che da un giorno all’altro sono stati investiti da una valanga di compiti scolastici, video-lezioni, app educative, compiti a casa e attivitá educative ineludibil . Ho letto da qualche parte «tutto questo non rientra nelle mie responsabilitá! » e ho inmediatamente pensato che sarebbe stato divertente esporre questo argomento nella prima seduta di terapia, o presentare un reclamo presso il sindacato dei genitori, o chiedere un rimborso dopo aver consultato lo statuto dei  genitori secondo cui PECS, stimolazione del linguaggio, racconti sociali e TEACCH non rientravano nelle mie funzioni di madre.

La verità è che, se la normalità è ciò che fa la maggioranza statistica della popolazione, queste ultime 6 settimane sono state la cosa più normale che ci è successa negli ultimi 8 anni. E francamente, trovo molto più facile dedicare tempo alla scuola a distanza che alla terapia. Preferisco la grammatica dei pronomi ai pittogrammi di «io» e «tu», preferisco gli esercizi sui tempi verbali rispetto alle schede colorate per rappresentare presente, passato e futuro, preferisco misurare gli angoli con il goniometro piuttosto che classificare le quantità con materiali TEACCH . I materiali «terapeutici» hanno avuto il loro ruolo, ma ho provato una enorme soddisfazione quando li ho gettati nel cassonetto. Ho conservato solo le cose che piacciono a Diego, il suo calendario per esempio, e alcune delle storie sociali che ogni tanto rilegge. Un giorno ballerò sulla tomba della plastificatrice, e se non lo faccio ora è perché funziona ancora e mi sentirei in colpa a produrre rifiuti elettronici inutili.

Contrariamente al sentimento generale, mi piacciono queste mattinate di scuola a distanza, perché confermano la mia idea che l’educazione accademica abbia un ruolo fondamentale nello sviluppo di Diego. Contrariamente a quanto accade ai bambini neurotipici, Diego sta imparando a comunicare attraverso lo studio meccanico della lingua e della grammatica, come succede a noi adulti quando studiamo una lingua straniera. Per lui, il pensiero e le idee derivano dall’apprendimento del vocabolario e della grammatica, e non viceversa. Imparare a misurare gli angoli e determinare le coordinate sta flessibilizzando la tua relazione con i numeri. Lo studio della cronologia nelle scienze sociali sta dando una nuova dimensione alla sua passione per il calendario. I concetti di scienze naturali danno significato a ciò che osserva, parole per esprimerlo, curiosità per ciò che non conosce. E il suo talento per le lingue sta diventando sempre più evidente. L’idea che lo studio accademico fosse secondario alla comunicazione, all’autonomia o all’interazione sociale era totalmente sbagliata. Mentre tutti noi comprendiamo le informazioni che studiamo nei libri a partire dalle nostre esperienze, Diego studia dati nei libri per comprendere le sue esperienze.

 

 

 

 

 

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Semana 3 de cuarentena

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La cuarentena por el COVID19 pilló a Diego en pleno vuelo. El día en el que se decretó el cierre de todos los centros educativos, Diego estaba de viaje con sus compañeros de clase, tras dos trimestres gloriosos. Volvía de una experiencia de una semana en un centro de inmersión lingüística, organizada por su colegio. Hicieron excursiones, talleres, actividades deportivas. Se duchó sin ayuda, durmió en una litera en una habitación con otros compañeros, jugó con ellos a subir y bajar de las camas en los momentos libres. Estuvo muchos momentos sin asistente personal, en las actividades con los monitores del centro y sus compañeros, obligando, eso si, a algún monitor a correr detrás de el en ciertos momentos y a llevárselo de ronda hasta las 3 de la madrugada la primera noche. El último día se ganó una visita a las cocinas, un sitio que le tenía intrigado, por haberse portado genial. Se lo pasó en grande. Fue hace menos de un mes, pero me parece que ha pasado un siglo.

 

Cuando llegaron los autobuses y su padre le recogió, yo estaba dando mi última clase presencial en una universidad ya casi vacía, en un clima extraño de sorpresa e incertidumbre. Al finalizar la clase, en mi despacho silencioso escribí una especie de mensaje de hasta pronto a mis alumnos, cogí mis cosas y me fui a casa. Hacía una tarde preciosa. Ya habíamos llenado la despensa el día anterior, viendo lo que se acercaba. Cuando cerramos la puerta de casa, había en el aire esa sensación de calma inmóvil antes de la catástrofe.

 

Fue un fin de semana extraño. Explicamos a Diego la situación, de forma simplificada. Se habían cancelado todas las rutinas a las que estaba acostumbrado y en las que estaba prosperando como nunca habríamos llegado a soñar: el colegio, el teatro, los boy-scout, el patinaje. En los días de la semana, habría clase “en el iPad” por la mañana. Deberes por la tarde. Luego, un tiempo para el movimiento, juego libre, y luego las rutinas habituales de la noche. El fin de semana, repaso, tareas domésticas, juegos. Esto es porqué “hay un virus” y no podemos salir, hasta que se vaya. No sabemos cuando se irá. No hubo rabietas, ni angustia por estas noticias tan radicales. Probablemente, el día a día “normal” para el es tan absurdo e ilógico que el entrenamiento para superarlo no es muy diferente a lo que supone, para nosotros, enfrentarnos a la vida que se ha puesto bocabajo de un día para otro. El mundo al revés es lo habitual para él, esta es simplemente una nueva variación del tema. Así que, mientras nosotros intentamos sobrellevar lo que parece ser vivir en la vieja película del día de la marmota, despertándonos cada mañana en el mismo día que el anterior, con el boletín diario de contagios y defunciones, cuarentenas, carencias de material sanitario y noticias cada día más catastróficas, con turnos estrictos en casa para seguir las clases de Diego, trabajar online, cocinar y limpiar, Diego es la alegría de la casa con su buen humor y nos parece decir “hey, ¿es rara la vida verdad? Bienvenidos al club!!”

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Il confinamento per il COVID19 ha colto Diego in pieno volo. Il giorno in cui vennero chiusi tutti i centri educativi, Diego era in viaggio con i suoi compagni di classe, alla fine di due trimestri scolastici gloriosi. Stava tornando da una esperienza di una settimana in un centro di immersione linguistica, organizzata dalla sua scuola. Ha partecipato a escursioni, seminari, attività sportive. Si é fatto la doccia senza aiuto, ha dormito in un letto a castello in una stanza con altri compagni, ha giocato con loro a scendere e  salire sui letti nel tempo libero. Ha trascorso molti momenti senza l’assistente personale, con gli animatori del centro e i suoi compagni, costringendo, questo sì, qualche animatore a corrergli dietro in certi momenti e portarlo con sé nella ronda notturna fino alle 3 del mattino la prima notte. L’ultimo giorno ha vinto una visita alle cucine, un posto per cui nutriva una enorme curiositá fin dal primo momento, per il suo comportamento eccezionale. É stata una settimana grandiosa. È stato meno di un mese fa, ma mi sembra che sia passato un secolo.

 

Quando arrivarono gli autobus e suo padre andó a prenderlo, stavo dando la mia ultima lezione in un’università giá semi vuota, in uno strano clima di sorpresa e incertezza. Alla fine della lezione, nel mio ufficio silenzioso scrissi una specie di messaggio di saluto ai miei studenti, raccolsi le mie cose e tornai a casa. Era un pomeriggio splendido di fine inverno. Avevamo già riempito la dispensa il giorno prima, in previsione degli avvenimenti. Quando chiudemmo la porta d’ingresso dietro di noi, c’era nell’aria quella sensazione di quiete prima della catastrofe.

 

Fu un fine settimana strano. Spieghiammo la situazione a Diego in modo semplificato. Tutte le routine a cui era abituato e in cui stava prosperavndo come non avremmo mai immaginato erano state cancellate: scuola, teatro, boy scout, pattinaggio. Da lunedi a venerdíi, ci sarebbe stata lezione «sull’iPad» al mattino. Nel pomeriggio, i compiti. Poi un momento per il movimiento e il gioco libero, e poi le solite routine della notte. Il finesettimana, ripasso, lavori domestici, giochi. Questo perché «c’è un virus» e non possiamo uscire finché non se ne va. Quando, non lo sa nessuno. Non ci sono state crisi o nervosismo per queste notizie radicali. Probabilmente, il «normale» giorno per giorno è così assurdo e illogico per lui che l’addestramento per superarlo non è molto diverso da ciò che significa, per noi, la vita capovolta da un giorno all’altro. Il mondo sottosopra è normale per lui, questa è semplicemente una nuova variazione sul tema. Quindi, mentre noi  cerchiamo di affrontare ciò che sembra vivere nel vecchio film “il giorno della marmotta” (svegliarsi ogni mattina nel giorno precedente, con il bollettino giornaliero di infezioni e morti, quarantene, mancanza di forniture mediche e notizie sempre più catastrofiche, con turni rigorosi a casa per seguire le lezioni di Diego, lavorare online, cucinare e pulire), Diego è la gioia della casa con il suo buon umore e sembra che ci dica “ehi, la vita è strana, vero? Benvenuti al club !! ”